Otro Van Gogh para la Historia del Arte

Vincent Van Gogh (1853-1890) nació en Zundert, Países Bajos, y se considera como uno de los exponentes más significativos del posimpresionismo.

A pesar del millonario valor que tienen sus obras hoy día, en vida solamente su hermano Theo fue quien le ayudó financieramente. Nunca vendió un cuadro. Las cartas que intercambiaron entre ellos –alrededor de 800- han servido como gran apoyo para la elaboración biográfica de Van Gogh.

Este maestro de la pintura tuvo gran influencia en los expresionistas alemanes y los fauvistas, por lo que así colaboró, sin darse cuenta, en el desarrollo de los ismos del siglo XX. El trazo magnífico, la pincelada libre pero controlada y la exquisita paleta cromática, son representados en numerosas obras, entre las que figuran autorretratos, paisajes y bodegones.

Curiosamente, ayer se confirmó la autenticidad de un óleo que data de 1886, que refleja el molino Blute-Fin, el punto más alto de la colina de Montmartre, (París, Francia), punto de referencia de los artistas de la época.

Después de 35 años de haber sido descubierto, se confirmó la verdad. Para el año de 1975, el director del Museo Boyman de Rotterdam, Dirk Hannema, aseguró aquel cuadro se trataba de un Van Gogh, pero nadie le tomó interés por su escasa experiencia. No fue hasta 1984, luego de su muerte, que el lienzo pasó a manos del Museo Fundatie, ubicado en la ciudad holandesa de Zwolle, y se realizaron algunos análisis.

Pero fue realmente en 2007, cuando expertos del Museo Van Gogh (Amsterdam, Holanda) realizaron estudios más profundos. Hannema tenía razón. Ahora el cuadro se encuentra de nuevo en el Museo Fundatie. Esta maravillosa obra cuadra en la época parisina más colorista del autor, en la que se alejó de la oscuridad que reflejaban sus obras holandesas.