viernes, 22 de agosto de 2008

Monstruo

Si fuera un monstruo ¿sería igual físicamente o algo distinto? ¿aterrador o sencillamente feo? ¿espantoso por fuera o solo tendría el corazón dañado? ¿cruel y perverso o brutalmente deforme? 

A veces pienso que soy un monstruo, por dentro. 

miércoles, 20 de agosto de 2008

Hamburguesa

Hoy que venía de clases en San Ramón, pasé rápido a comprar algo de comer. Nunca voy ahí, pero como era tarde decidí ir al Burger King que me queda de camino al trabajo. Con mucha hambre y engañado por la publicidad fotográfica pedí un combo que tristemente resultó ser una pequeña hambuesa, unas papas/malanga/ñame o quién sabe qué fritas y refresco, gaseoso, por supuesto. Al momento de pagar me dieron, junto con el tiquete de caja, un montón de papelillos de esos para participar en cuanta rifa se les ocurra.

Mientras me comía mi apetitoso y saludable almuerzo, además de pensar en cuántas calorías y cantidad de grasa le estaba atiborrando al cuerpo, poco a poco fui detalladamente cada uno de los cupones que me habían dado. La mayoría eran basura comercial, pero me llamó uno en particular: una raspadita que premiaba con comida. De tres opciones verticales que tenía para raspar, solamente se podía jugar con una; si raspaba más, no valía aunque hubiera ganado algo.

Conforme pasaba el rato, comía, veía las noticias y pensaba continuamente en las calorías, no dejaba de mirar la curiosa raspadita. Cuando acabé de comer y justamente antes de levantarme para irme, sin antes primero comprar para llevar un pastel de manzana, decidí jugar la raspa. Pensando en las tres opciones que tenía, elegí la segunda; pues la primera es muy obvia (por ser la primera) y la tercera también (por ser la última). Cual fue mi sorpresa al raspara aquello, ver que me había ganado una Whopper Junior. Sonreí y la fui a cambiar inmediatamente.

Eso bastó para pensar en la suerte, y desde luego, en cuántas calorías me había ganado gratis. Según una página que encontré en Internet,  acá la información: Porción de 158 gramos con un total de 390 calorías, 22 grs. de grasa, 45 mg. de colesterol (¡Espanto!), 570 mg. de sodio, 32 grs. de carbohidratos, 2 grs. de fibra dietética (já) 6 grs. de azúcares, 17 grs. de proteínas, 10% de vitamina A (muy buena para el mantenimiento de dientes sanos, tejidos blandos y óseos), 6% de vitamina C (ya no tengo que comer naranja), 8% de calcio y 20% de hierro. ¿Increíble no?

Respecto al primer punto es curioso. Este año he tenido una suerte del carajo, pero en el buen sentido. Un encadenamiento de sucesos fortuitos (según la RAE) me ha perseguido: hoy una hamburguesa, el lunes una cámara digital, hace dos meses un viaje a Europa.


Dato curioso: un día después, el Whopper Junior sigue vivo, y gracias a él se me manchó de salsas un libro que me costó veinte euros. Conclusión: suerte.



jueves, 7 de agosto de 2008

Carta

Querido D.,

 

Perdona que te haya hecho esperar por la contestación a tu e-mail, y antes que nada agradezco mucho la confianza. ¿Sabes?, respecto a tu inquietud créeme que yo ya la tenía desde antes de viajar y con este viaje me he afianzado mucho más en elevar mi nivel de compromiso, cosa que aprendí de mis padres, sobre todo de mi padre. Trabajar por los pueblos rurales de mi país, para que puedan vivir en libertad e igualdad, sin que les falte nada y sobre todo que sean autosuficientes…

 

El fue profesor rural, les inculcaba el progreso de su pueblo, cómo debían enfrentar a  quienes les llaman “pobres” y cómo debían aprovechar sus recursos naturales. Fue dirigente de las comunidades campesinas, luego pasó a ser un luchador social, a reclamar por el derecho de los  campesinos. En el tiempo de la reforma agraria recorrió una caminata desde los pueblos rurales hasta la capital, una distancia aproximada de cuatro veces lo que hay entre Badajoz y Mérida.

 

Además, peleó para combatir el terrorismo, y así yo ví que cuando una se entrega a la labor social, el nivel de compromiso es muy importante, da grandes satisfacciones: hoy ver el pueblo que creó mi padre; donde yo jugué de pequeña con los niños del campo. Esto cambió radicalmente toda mi percepción de vida: de ser una niña de ciudad criada entre academias de ballet, pintura, guitarra, natación… ser de sociedad. Esta infancia no me la quitará nadie. Siempre vuelvo a mi pueblo, ahora ya profesional. Mis amigos son campesinos necesitados de apoyo financiero, de un médico y de técnicas de riego, pero eso sí son muy aguerridos, lo que se proponen lo hacen. Yo ahora estoy tan lejos, en la capital, pero siempre tengo una foto de todos ellos que me recuerda el compromiso de vida. Yo he podido ir a la universidad y tengo que volcar mis conocimientos en ese pueblo, luego lo haré en otros. Ahora ellos atraviesan la lucha contra la contaminación minera, pues en sus tierras han encontrado oro ¡qué desastre!. Se contaminarán sus ríos, morirá el ganado, las cosechas no producirán...

 

Esa es mi preocupación de todos los días. Espero poder hacerlo, mi padre se pondría muy contento, ya que mi madre falleció y me dejó una gran herencia: la entrega a los demás, la generocidad y la bondad; ella también dejó la ciudad y fue maestra rural teniendo una especialidad en físico-matemática, y logró hacer algo. Sé que mi tarea a la que estoy designada será cumplida.

 

Mi respuesta se hacía esperar. Te deseo los mejores de los éxitos. Te envió una foto de mi lugar querido... Ichugo.

 

Te quiere, P.T.